Por Gonzalo Rodríguez Torres
El 3 de julio se cumple un año desde que estalló la acusación en redes sociales que cambió para siempre la historia de Los Tetas.
Más allá del juicio moral que uno pueda tener sobre la grave violencia física y sicológica de la que fue acusado Camilo Castaldi –caso que sigue en Tribunales- es oportuno revisar los errores comunicacionales cometidos por C Funk y Rulo, al verse arrastrados a pronunciarse sobre la denuncia efectuada por Valentina Henríquez.
Ese día se viralizó un posteo en cual la ex pareja del cantante entregó un crudo relato sobre graves maltratos, acompañado de impactantes fotografías de las secuelas en su cuerpo. Además, lo implicó en la compra de instrumentos robados desde el estudio de Javiera Mena.
Rulo y C Funk quedaron descolocados y reaccionaron con un primer comunicado grupal, donde su único acierto fue salir en la misma plataforma de la denuncia (Facebook).
Señalaron que conversarían con Castaldi para tener su versión. Sin embargo, en la misma publicación, emitieron mensajes contradictorios ya que, si bien condenaron toda forma de violencia de un hombre contra una mujer, al mismo tiempo, relativizaron la denuncia de Valentina Henríquez e indicaron que los Tribunales de Justicia eran los llamados a acreditar si se trataba de un caso de violencia o lesiones, o bien de injurias y calumnias graves.
En este manejo de crisis 2.0, no tuvieron claridad para separar aguas respecto de un compañero con el que décadas atrás fueron íntimos amigos, pero que a la fecha solo mantenían una tensa relación profesional.
A raíz del primer comunicado, la gente reaccionó acusando a C Funk y Rulo de ser encubridores.
En mi opinión, Los Tetas debieron enfatizar que ante un tema de tan grave, tenían que recabar primero y de primera fuente, ambas versiones de la historia, sin adelantar juicio alguno. Ya con información, entregar la postura conjunta de C Funk y Rulo, junto con salir a contestar los posteos que se acumularon en el Facebook oficial de la banda, lo que tampoco se hizo, y ni siquiera cuando arreciaron las críticas en sus cuentas personales en Twitter e Instagram. El silencio como estrategia a la postre fue un pésimo negocio, porque alimentó la convicción de quienes los acusaban de tener una mirada complaciente.
Con el correr de las horas Rulo y C Funk lanzaron un segundo comunicado. Ofrecieron su apoyo a Valentina Henríquez y le desearon pronta recuperación. A Castaldi lo marginaron de la banda de manera indefinida hasta que no se resolviera en tribunales la acusación de violencia y la compra de instrumentos robados.
Sin embargo, la poca empatía que mostraron con la joven, sumado a que jamás pidieron perdón por haber dudado de su palabra, fue lo que quedó en la memoria de la opinión pública, en un debate donde en general los músicos chilenos se cuadraron desde un inicio con Valentina, tal como pasó después con el Sernam y la Presidenta Michelle Bachelet en días posteriores. No solo se equivocaron en los mensajes, sino que jamás contaron con un garante que los sacara del foco de la crisis comunicacional que dilapidó a Los Tetas como marca, al punto que las radios no quieren o no se atreven a tocar sus canciones.